DIOS es el único INICIADOR.
Ningún humano selecciona aspirantes, purifica, pone a prueba, enseña y otorga lo divino.
Pretender lo contrario es la mayor, más ofensiva y execrable vanidad de entre las vanidades.
El propio “diablo” reconoció su preferencia por el pecado de vanidad, en la piel del actor Al Pacino y en la última escena de “Pactar con el diablo”:
” ¡ Ah la vanidad, mi pecado favorito ! ”
“Ceremonia de Iniciación en una Logia” (1782) del pintor austriaco Ignaz Unterberger, , en el que a la derecha y en primer término de negro y con espadín aparece Mozart.

Anuncios